Monday 24 August 2015

Xai-xai

Antes de llegar a Xai-Xai ya me había encandilado. No podía parar de pronunciarlo: Xai-Xai por aquí, Xai-Xai por allá... Es un nombre perfecto para un sitio tan adorable. Necesitaría un libro en blanco y las dotes de García Márquez para hacer una descripción mínimamente acertada de esta preciosidad de lugar, pero lo voy a intentar.
En su playa desierta kilométrica no hay prácticamente civilización, en dos horas de paseo sólo me topé con cangrejitos blancos que iban de agujero en agujero y macacos juguetones que danzaban por los árboles. La combinación de frondosa vegetación, blancas arenas y mar de todos los tonos de azul es majestuosa; puedes mirar durante horas a tu alrededor y no querer ni pestañear.
La primera mañana me despierto con el ruido de las olas de un mar agitado que se ve interminable desde nuestra casita en una colina. Impresionante.
Al bajar a la playa veo chorros de agua a lo lejos, y me dice el dueño del único restaurante de la playa que esta es la época en la que las ballenas preñadas se acercan más a la orilla para dar a luz. Me busca unos prismáticos y tengo otro momento de inestabilidad emocional: estoy viendo ballenas saltando de un lado a otro y asomando sus colas por un instante para dar una increíble panzada en el agua. No me lo creo, si faltaba algo para hacer de esta la playa perfecta, aquí está. Estoy a punto de pedirle trabajo limpiando sus retretes para no tener que dejar este paraíso.
La magia no puede durar siempre y tenemos que seguir nuestro camino después de dos días, pero me voy con la sonrisa puesta un largo rato, dando gracias por la suerte de haber vivido Xai-Xai.

No comments:

Post a Comment