Monday 31 August 2015

Un melancólico adios...

Esto suena ridículo y soy muy consciente de ello. Cualquiera pensaría que sentir tanta pena por volver a Madrid después de tan sólo un mes fuera es una exageración emocional. Pero no pude evitar soltar unas lágrimas viendo cómo se alejaban los paisajes mozambiqueños a medida que nuestro avión ascendía. Ni yo lo entiendo, pero sé que tiene que ver sobre todo con las personas que he encontrado en el camino y con las relaciones que he establecido durante este intenso mes. Mozambique ofrece a cualquiera un surtido de playas idílicas, montañas impresionantes, bosques interminables y aldeas encantadoras. Pero un país lo compone su gente, de eso nunca me ha cabido duda, y aquí, además de encontrarme en parajes de película, he tenido la increíble suerte de conocer a personas realmente especiales. De ellos y ellas son de los que verdaderamente me cuesta despedirme al subir al avión. Mi estómago se queda medio encogido por la idea de no volver a verles, y esa sensación se une a la gratitud por haber podido pasar tiempo con ellos, conocerles, intimar y guardarles dentro de mí para siempre a pesar de la brevedad de nuestros encuentros. Suena totalmente desproporcionado, pero me siento emocionalmente absorbida por Mozambique y todas las personas que han compuesto este viaje, -no sólo mi gran compañera Clara- sino muchísimas más - que gozan de una calidad humana exquisita... No os olvidaré nunca porque ya formáis parte de mí. Miles de gracias! :)

Tofo

Me repito, lo sé, pero no tengo más adjetivos para describir este lugar a parte de 'paradisíaco'.
De nuevo nos topamos con playas interminables, desayunos con ballenas a la vista, despertares con sonido a olas, personas estupendas en cada esquina y palmeras que inundan el paisaje con todos los tonos de verde que existen. Cierto es que mis anteriores destinos fueron mágicos, pero Tofo tenía tanto que ofrecer que casi lo convertí en un pseudo-hogar.
Tuve la suerte de nadar con delfines, bucear entre morenas, estrellas de mar, tortugas y peces de unos colores que nunca había visto, conocer a personas con una visión de la vida completamente ajena a la que traemos los occidentales y, en definitiva, hacerme parte de esa maravillosa actitud hacia la vida. Tofo, tal y como lo describe la gente que vive allí, es como una burbuja, un lugar aislado y paralelo al mundo real, donde se vive con absoluta tranquilidad, no se precisan medios de comunicación y se sintoniza con las personas y el mar de manera natural. Es un lugar de paz y cero horarios, donde uno se mueve sin ninguna prisa y la palabra 'estrés' ni se comprende. Y cierto que es turístico, pero de ese turismo tan respetuoso y medido que gusta. Conocimos a gente de todo el mundo, con diferentes perspectivas y ambiciones, pero que se encajaban en ese pequeño reducto que es Tofo con total facilidad. Yo la primera. Ese sitio engancha, y mucho.

Monday 24 August 2015

Xai-xai

Antes de llegar a Xai-Xai ya me había encandilado. No podía parar de pronunciarlo: Xai-Xai por aquí, Xai-Xai por allá... Es un nombre perfecto para un sitio tan adorable. Necesitaría un libro en blanco y las dotes de García Márquez para hacer una descripción mínimamente acertada de esta preciosidad de lugar, pero lo voy a intentar.
En su playa desierta kilométrica no hay prácticamente civilización, en dos horas de paseo sólo me topé con cangrejitos blancos que iban de agujero en agujero y macacos juguetones que danzaban por los árboles. La combinación de frondosa vegetación, blancas arenas y mar de todos los tonos de azul es majestuosa; puedes mirar durante horas a tu alrededor y no querer ni pestañear.
La primera mañana me despierto con el ruido de las olas de un mar agitado que se ve interminable desde nuestra casita en una colina. Impresionante.
Al bajar a la playa veo chorros de agua a lo lejos, y me dice el dueño del único restaurante de la playa que esta es la época en la que las ballenas preñadas se acercan más a la orilla para dar a luz. Me busca unos prismáticos y tengo otro momento de inestabilidad emocional: estoy viendo ballenas saltando de un lado a otro y asomando sus colas por un instante para dar una increíble panzada en el agua. No me lo creo, si faltaba algo para hacer de esta la playa perfecta, aquí está. Estoy a punto de pedirle trabajo limpiando sus retretes para no tener que dejar este paraíso.
La magia no puede durar siempre y tenemos que seguir nuestro camino después de dos días, pero me voy con la sonrisa puesta un largo rato, dando gracias por la suerte de haber vivido Xai-Xai.

Sunday 23 August 2015

Ritmo africano

Raro es que no haya mencionado esto hasta ahora porque es lo que pilota todo aquí. Si no te haces al famoso ritmo africano, te tiras de los pelos el primer día y te vuelves a tu casa al segundo. Yo ya había experimentado esta sensación de estrés in crescendo en otros países africanos así que ya sabía a lo que venía y, sinceramente, me hace mucha gracia. A la hora de desayunar piensas "hmmm, creo que hoy tendré ganas de comer pollo.." y lo pides, porque van a tardar un mínimo de tres horas en traértelo. Y lo genial es que siempre preguntas, qué es lo mas rápido del menú? Y te contestan súper serios: "todo!" Así que pides tu comida, vas al mercado, te tomas un café y aún con esas vas a esperar un buen rato. Pero oye, así se hace hambre.
Una vez me las ví en el apuro de tener que estar en un sitio concreto a una hora concreta, cosa que no suele pasar aquí, y no había manera de encontrar transporte. Iba en plan guiri por las chapas paradas y vacías preguntando (y sabiendo perfectamente que estaba haciendo el imbécil): "cuándo sale?", y obviamente recibiendo miradas raras y respuestas que ya conocía de antemano, tipo: "ahora, ahora!" (mentira), " en.... 15 minutos???" (lo están diciendo mientras cargan toneladas de sacos a una velocidad más que dolorosa), y el "...pues cuando se llene!" (el más típico de todos - siempre se acompaña de la cara esa que dice 'esta tía de donde ha salido?')
Pero es un ritmo genial, que marca un estilo de vida sin prisas, que sigue el curso natural de personas y cosas, que se muestra completamente realista con el entorno, que se presenta plagado de lógica y sentido común.
Cómo vas a saber cuándo llegaras a tu destino o a qué hora tendrás un plato de pollo delante? Y lo más importante: realmente.. qué mas da?

Friday 21 August 2015

Maputo

Sólo pasamos allí un día y una noche, y por decir que lo he visto, la experiencia estuvo ok. Pero las grandes ciudades nunca me terminan de encandilar. Epecialmente las africanas. Suelen ser lugares donde la desigualdad se presenta tan a la vista que te jode profundamente. Hotelazos de cinco estrellas, pisos de lujo, embajadas, edificios gubernamentales, grandes avenidas, jardines botánicos, restaurantes de cine... Eso me dio tiempo a ver en Maputo, la capital mozambiqueña.
Pero también me dio de sobra para ver a gente durmiendo en las aceras, grandes vertederos sin dueño, playas ennegrecidas por el petróleo, personas vendiendo cualquier cosa a la desesperada en los semáforos. Pero lo más hiriente fue no recibir ni un sólo "bon día" acompañado de la típica sonrisa mozambiqueña, lo que más me enamoró de este país. Así que este post es un rollo, me vais a perdonar, pero Maputo claramente no es mi sitio favorito.
Así que... vuelta a la playa!

Tuesday 18 August 2015

Altibajos del turisteo

Ya nos despedimos de Pemba. Nuestros planes no planeados nos llevan a Maputo, la capital, que se encuentra en el sur del país. Es difícil explicar la sensación que me ha inspirado Pemba. Por un lado es un lugar precioso, casi paradisíaco, con playas de arena blanca que dependen totalmente de la marea para existir, gente estupenda y atardeceres mágicos que inspiran nostalgia y violines lejanos.
Pero aún con eso, todo se mezcla con una sensación latente que me incomoda constantemente, y es el creciente turisteo de la zona y sus correspondientes males. La pobreza de muchos se mezcla con el lujo de pocos, y aunque no sea exagerado a primera vista, sí que se vuelve notable a medida que conoces a la gente y escuchas sus historias. La mayoría de las personas que viven y trabajan aquí tienen muchos problemas para subsistir, porque los precios de cualquier cosa se triplican por el mero hecho de comprar en Pemba. A las afueras de la ciudad un saco de tomates cuesta 40Mets (1€ más o menos) y dentro, unos 150 como mínimo. Nos cuentan que aquí mientras el trabajo escasea, las familias siguen creciendo, los hoteles de lujo continúan floreciendo y los precios no dejan de subir. Muchos campesinos vendieron sus tierras hace unos años a las empresas inmobiliarias extranjeras que vieron una obvia oportunidad de negocio por un buen pico pero ese dinero es caduco. A largo plazo, se quedaron sin su modo de subsistencia. Así que más pobreza, más dependencia y más sacarse las castañas del fuego como sea. Desde alquilar tu barquito de pesca para llevar a guiris a ver los corales a ofrecer tus servicios mas íntimos a una señora de bien por una noche. Buscavidas. Se ven muchas personas en la playa pescando moluscos y lenguaditos para luego echarlos al fuego y comer algo ese día, mientras tú estás tirada en la arena tomando el sol sin mas preocupación que no quemarte. Esta atmósfera tan extraña, además de incómoda, provoca que la gente sea más agresiva hacia el turista, que suele estar forrado y algo debe aportar a cambio de destrozar parajes naturales y campos de cultivo para construir chalets de lujo. Es comprensible al fin y al cabo que se presenten más situaciones de acoso al blanco como trozo de carne con pasta que en otras zonas del país. Pemba no es el paraíso porque para variar se han hecho las cosas al revés, y el resultado de esta escalada al lujo exclusiva para los de fuera no podía tener otras consecuencias. Sin embargo, Pemba me inspira una especia de ternura, ya que la situación no es ideal, pero hemos conocido a gente maravillosa, explorado lugares encantadores y vivido el relax de una manera que creo sólo puede sentirse en playas así de auténticas. En definitiva, otro recuerdo precioso que me llevo a mi siguiente destino.

Monday 17 August 2015

Llegada majestuosa - Pemba

Por fin playita!
Llegamos a Pemba con una entrada triunfal. No viajamos con mucho dinero así que decidimos hospedarnos en el recomendado por varias amigas 'Russels Backpacker's Place', que cuesta unos 5€ la noche. Esperando lo más básico -porque en realidad que haya agua corriente ya me parece un lujo del que puedo prescindir- encontramos un lugar de película. Pensé que el taxista se había equivocado, no quería bajarme a pesar de su insistencia en que "esto es Russels!"
La entrada, de ensueño, llena de palmeras y decorada con estatuas de ébano, te conduce a un preciosísimo bar-restaurante con chill out longe incluido. Subimos boquiabiertas a nuestra habitación ('subimos' porque es -atención- una casita en un árbol!) y nos encontramos un tejado abierto por el que se ven las copas de los árboles y el cielo estrellado a lo africano. Ya estaba a punto de llorar de la emoción cuando nos topamos con la piscina! Piscina! Nuestra primera noche dejamos de ser niñas-rata para convertirnos en princesas, pedimos una botella de vino y de cabeza al agua con una copita. Cada cinco minutos pido a Clara un pellizco para asegurarme de que estoy donde estoy.
Por si fuera poco, me dicen que para desayunar hay macedonias de frutas locales y... café ilimitado! Como esto siga así le pido al señor russel que me adopte.

Sunday 16 August 2015

Compras fugaces

En el camino de Nampula a Pemba (unas cinco horas en bus) podría haber comprado por la ventanilla: plátanos, huevos, galletas de diversas formas y sabores, refrescos, bolsas de plástico, un par de morteros, pollo frito con su respectiva salsita, agua congelada, esterillas de mimbre, naranjas -peladas o no- cestas de diferente tamaño, samosas, maíz frito, anacardos, unas alfombritas monísimas, un set hortera de pendientes y collar y una gallina atada por las patas.
Pero no llevaba dinero.

Thursday 13 August 2015

Despedida das meninas

Después de comer voy a la habitación dispuesta a siestear un poco y recuperarme de una vez de los excesos del fin de semana (no sé cómo hago para encontrar la fiesta -o ella a mí- en cualquier rincón del mundo, es una cruz), cuando llaman a la puerta. Una de las chicas de la casa nos pide a
Clara y a mí salir un momentito al patio. Al asomarme veo a las casi cien meninas sentadas en círculo, obviamente tramando algo que me va a poner los pelillos de punta. Cuando nos ven llegar estalla la música, todas se ponen a cantar y dar palmas y montan una fiesta de la nada, a lo mozambiqueño. Es su canción de despedida. Mañana la mayoría regresan a sus casas por vacaciones y quieren agradecernos nuestra visita de la mejor manera que saben, con música. Al terminar, una de las chicas nos presenta su regalo, unas capulanas que han hecho especialmente para nosotras. (Aún no he mencionado las capulanas, telas típicas de aquí que se convierten en pareos monísimos con un simple nudito al lado o si te lo quieres currar más, pueden ser cosidos para crear los trajes más coloridos y cómodos que conozco).
Este se convierte un momento tan especial que no sé qué hacer a parte de convertirme en un loro agradecido para no soltar una lágrima: obrigada, obrigada, obrigada... Y me siento hasta culpable, la que más agradece toda esta experiencia soy yo, que no he hecho ni la mitad de lo que podía y quería haber hecho y aquí estoy, recibiendo una fiesta por mi mera presencia. Así nuestra pronta partida se hará más difícil, pero el sabor de boca que me llevo no podría ser más dulce.

Tuesday 11 August 2015

Cogiendo chapas

La mejor manera de moverse por Mozambique de manera barata y medianamente efectiva son las chapas. Cuando oí la palabra por primera vez (se pronuncia shapa), me imaginaba un artefacto extraño y desconocido como lo es el nombre. Qué va... es un camión, un pick-up, un todoterreno o cualquier vehículo con una parte de atrás abierta lo suficientemente grande como para albergar a un mínimo de diez personas entre toneladas de arena, troncos, piedras, carbón o lo que sea que se esté transportando. Básicamente es un vehículo de carga en el que te haces hueco como puedes entre gente, cosas y animales. Resulta entretenidísimo. Ninguna chapa que cojas será igual que la anterior, pero en todas cuesta unos 50 céntimos llegar a la ciudad (a unos 20 kms). Se pueden utilizar para largas distancias o para dos paraditas, que se establecen dando golpetazos al lateral del camión para que pare. Siempre hay alguien en la parte de atrás (nunca se sabe exactamente quién es) que recoge el dinero una vez terminada la carrera. La primera vez que cogí una, cual blanca inexperta, pensé que un tipo cualquiera me estaba tratando de quitar la pasta, y yo empeñada en dársela al conductor (miradas raras, caras de sospecha y finalmente un ahhhhh valeee..!) Cuando te tienen que dar las vueltas también puede ser incómodo porque no llevan nada encima y esperan a que todo el mundo pague para saldar deudas. Yo, pensando de nuevo, joer.. ya me voy a quedar con cara de gilipollas y sin cambio. Pero no, son súper eficientes y se acuerdan de todo, de una manera u otra te dan lo que te deben y esperan a que bajes para arrancar a lo loco y seguir con su oficio, que no era hacer de autobús sino llevar dos toneladas de arena a una zona de obras. Multitasking, me encanta.
Y lo mejor de todo es que a los días te enteras de que si no te apetece arriesgar a que no paren en mitad de carretera, existen paradas de chapas. Cuando te las señalan no ves nada, pero son nuestros ojos inexpertos. Después de varios viajes, te fijas en que ese trocito de suelo señalado tiene un poco menos de mierda, o que ahí el arcén es un milímetro mas ancho. Tsk, obviamente, es una parada de chapa!
Y tiene su arte mantenerse estable en un bicho de estos a 100 por hora, sobre todo con gallinas de por medio, hablando por el móvil y sujetando una garrafa de agua sin tapón con el pie (yo no fui, pero hay gente muy profesional por aquí). El bus de Madrid va a ser tan aburrido a partir de ahora...

Friday 7 August 2015

Mateo

Llevo unos cuantos días dándole vueltas a este post, porque a Mateo le tengo en la cabeza cada día desde que llegué y no sé realmente cómo contar su historia. Tendrá unos 8-10 años (muchos niños aquí no saben su edad, especialmente los pobres) y es epiléptico. Le vimos por primera vez comiendo arroz en casa de las hermanas y preguntamos quién era, y qué le pasaba. Nos contaron brevemente que no se puede hacer nada por él, que está muy enfermo, y además es pobre y huérfano. Vive con su tía, que no tiene muy buena reputación en el barrio, y él nos cuenta cómo le pega al llegar a casa. Es bastante obvio que lleva haciéndolo desde que es un enano, y eso explicaría muchos de sus problemas de lenguaje, atención y movilidad, que no parecen nada relacionados con su enfermedad. Nos llegó tanto el caso de Mateo que hablamos con otras voluntarias que llevan aquí más tiempo para saber qué se podía hacer por él, porque muy bien, le podemos dar un plato de comida o una moneda para ir al mercado, pero va a volver a casa y mañana le veremos con nuevas heridas y golpes y aún más perjudicado que hoy. Las voluntarias dicen llevar ya un año tratando de ingresarle en un centro especializado de la ciudad o al menos conseguirle tratamiento pero está increíblemente difícil la cosa, que si es demasiado mayor, que si es demasiado joven, que si requieren un compromiso por parte de la familia, que si hay que esperar... Al final no ocurre nada, y ahí sigue, dando vueltas por las calles, buscando comida con cara de asustado porque aquí maltratar la discapacidad es, desgraciadamente, muy normal, y no sólo es su tía quien le golpea, sino cualquiera al que le venga en gana demostrar que Mateo es un inútil en esta sociedad -y no ayuda que mucha gente cree que sus ataques son una manifestación de malos espíritus que habitan su cuerpo y tienen miedo a recibirlos en sus carnes... 
Él es la cara de la infancia perdida, esa que no sirve para nada, que no tiene nada y que realmente no pide nada, excepto sobrevivir. El otro día le encontramos a pie de carretera, hecho un ovillo y en medio de uno de sus ataques epilépticos de camino a casa. Me fui a la cama llorando.

Ese tesoro llamado libro

Leyendo en un banquito del jardín de la casa se me acerca una joven a preguntar qué estoy leyendo. Quiere saber qué idioma es, sobre qué trata y dónde lo he conseguido. Le fascinan las partes que le cuento y me agradece muchísimo el tiempo antes de marcharse. Luego vienen otras dos, y hacen las mismas preguntas. Quieren intentar leer trozos a ver si los entienden. Cada frase les parece interesantísima. Me agradecen dejarles leer y se marchan entre risitas, orgullosas. Después aparece otra pareja de chicas. Lo mismo de antes. Finalmente entablo una larga conversación con ellas (ya se ha juntado un grupito curioso) y les pregunto si tienen libros propios o pueden acceder a bibliotecas. Responden que no, que aquí sólo los profesores tienen libros. Queda clarísimo que ansían libros; no pueden dejar de intentar descifrar lo que pone en cada capítulo, que además está en español. Se me cae el alma a los pies (con lo que cuesta que un niño español deje el iPad o la consolita para coger un cuento..), pero me entran mariposillas en el estómago al pensar en el futuro proyecto que tenemos planeado llevar desde España. Será difícil, pero queda claro que recaudar fondos para una biblioteca es una gran inversión para ellas. Ya os explicaré a todos los que estéis leyendo esto lo que tenemos pensado en mayor detalle, -con una cañita delante y tiempo para profundizar, mucho mejor-, y como digo será un proyecto complicado, pero estos mini encuentros que se suceden en la casa han puesto de manifiesto que realmente merecerá la pena...
Tanto que no existe una foto para este post.

Thursday 6 August 2015

Total guiri

Tener el pelo amarillo fosforito, ojos azules y piel más blanca que la leche en polvo es una fiesta en Mozambique. Tiene los inconvenientes típicos de cualquier guiri, pero aquí tiene más gracia. Cierto es que mucha gente da por hecho que estás forrada y eso es una putada cuando quieres integrarte en la vida local, pero es relativamente fácil entablar relación en cuanto se sobrepasa esta especie de barrera cultural de euro con patas parlante; de hecho mientras escribía este post un vendedor me gritó 'uk, come hereee' con tanta gracia que me meaba...
Una sonrisa y un interés en su idioma y cultura -además de ir vestida como una niña/rata- ayudan muchísimo.
Para los niños el pelo rubio es una maravilla de la naturaleza. Las niñas no pueden parar de tocarlo, se acercan sigilosamente por detrás y lo cogen con cuidado, lo acarician y lo miran anonadadas (cada vez que me siento en un lugar noto cómo alguna pequeña me coge un mechón y me lo desenreda para luego enredármelo y poder desenredarlo de nuevo). Si me acomodo un buen rato, para cuando me levanto llevo una trenza espontánea.
En las aldeas donde nunca han visto a un blanco es divertido a la par que trágico agobiar a los pequeños con mi presencia casi extraterrestre, pero después de un rato están todos encantados de examinar los pelitos rubios de los brazos, comprobar que el blanco de la piel no sale por mucho que frotes y que existe algo como los ojos de color del cielo. 

Wednesday 5 August 2015

As fillas

Las chicas del centro son encantadoras, la verdad es que las hermanas las tienen bien firmes, pero cuando ellas no están, asoman las verdaderas adolescentes. Mi primera clase de inglés con las fillas de último curso fue muy tranquila la primera hora, pero cuando les pregunté si querían seguir se miraron entre ellas y entre risitas me confesaron que lo que realmente querían aprender no es inglés, sino español. En cuanto dije "ok", una se arrancó a cantar algo en español y todas la siguieron. Al parecer era una de Enrique Iglesias (un crack entre las adolescentes de aquí). Después de una estrofa me miraron ansiosas.. "qué quiere decir??"
-Que le has robado el corazón y está perdido sin ti.
-Oooohhh!!!! (Risitas, palmas, brincos y demás demostraciones de hormonas en acción).
Me descojono.
Después de varios 'temazos' de este adorable tipo y sus correspondientes traducciones, me preguntan por mí. Su principal duda es qué he estudiado para ser profesora y poder viajar. Ellas dicen querer salir de este país. No las miento: sí, hay que estudiar y trabajar duro, pero también es cuestión de suerte, y mucha...
Cuando me preguntan por mis hermanos y digo que no tengo, quince pares de ojos se salen de sus órbitas.
-"Nao tes irmaos?????"
Ahora se decojonan ellas. Soy un alien!
Les explico que mis padres no tuvieron más hijos porque querían darme todo lo que podían, no tenían demasiado dinero ni tiempo, y generalmente eso es prioridad en nuestro país.
Se descojonan aún más.
-"Aquí cuando no hay dinero tienes 15 hijos!" dice una, "así de esos 15, mueren unos cuantos, los otros no terminan sus estudios, otros enferman...al menos de 15 uno podrá conseguir trabajo para ayudar a la familia!" (lo dice entre risas, como si fuera la mayor obviedad que existe).
La charleta duró casi lo mismo que nuestra clase de inglés. Y ahí la alumna era yo. Las niñas contaban que por aquí la mayoría se quedan embarazadas poco después de tener el período, que suelen tener que críar a los hijos ellas solas y por tanto dejar los estudios y sus perspectivas de futuro, que no hay casi trabajo en la zona y que lo principal es tratar de sobrevivir ante todo. Es difícil convencerlas de la necesidad de aprender inglés cuando no vislumbran la posibilidad de viajar en su vida. Al menos el español les sirve para entender sus canciones favoritas de Enrique Iglesias, esas que les devuelven el aire de adolescentes ingenuas y despreocupadas que tan bien les sienta.

Tuesday 4 August 2015

Ellas

No he viajado lo suficiente por este continente como para poder darme el lujo de generalizar, y espero que no se sobre entienda de mis posts ninguna verdad absoluta, pero en este en concreto no me importaría dármelas de sabihonda. Ahí va: las mujeres en África son el sustento de todo. 
Levantan cada aldea, barrio y ciudad. Son las primeras en despertarse y revolotear incesantes para sacar adelante todo lo que tengan, sea mucho, poco o prácticamente nada. Cuidan de los niños, recorren kilómetros para buscar agua, pasan horas tratando de vender lo que sea en el mercado, transportan objetos imposibles de un lugar remoto a otro, viven por y para su comunidad desde crías hasta la más respetable vejez. Y nunca se rinden. No pretendo dejar mal a los hombres, pero queda bastante claro a simple vista que son ellas las que aportan poderío y fuerza a cada casa. Las que nunca fallan. Las primeras en levantarse y las últimas en quejarse. Muy difícil es verlas vagueando. Aunque estén tranquilamente sentadas, algo están haciendo, ya sea vender fruta, arreglar un vestido, pelar cacahuetes, moler maíz o arropar a sus pequeños. Me encanta cómo expresa esta misma idea Xavier Aldekoa en 'Océano África':  "La mujer africana es el héroe olvidado de África".
En silencio y con absoluta modestia, levantan este continente contra viento y marea. No puedo evitar sentir una profunda admiración por Ellas.

Ocio improvisado

Quien no tiene cines, teatros, conciertos, agendas culturales.. se los inventa. Al menos esta gente lo hace, dando un ejemplo constante de creatividad social y cultural desbordante. De camino a la casa vemos un grupo enorme de personas amontonadas en un descampado. De dónde narices han salido (esto es literalmente la mitad de la nada) no sabemos, y qué hacen allí, menos. Con los días he aprendido que puede ser cualquier cosa, una reunión para bailar y tocar percusión, una obra de teatro que han montado vecinos de la aldea, un partido de fútbol con palos por porterías y trozos de hojas atadas con cuerda de balón... Se reúnen desde decenas hasta cientos de personas dependiendo de la ocasión, personas que además viven tan apartadas que tienen lo mínimo, han caminado kilómetros para reunirse con sus "vecinos" y en su vida han visto a un blanco (imaginaos el espanto de los niños cuando aparezco yo en uno de sus megaeventos -monstruo de piel blanca y pelo amarillo-, a curiosear la agenda de actividades de Mordor sur..)

Monday 3 August 2015

Domingos de fiesta

El domingo un cura de la ciudad nos llevó a pasear por las afueras de Gurué, a poblados apartados donde sólo se percibía escasez de todo. En mitad de la nada apareció una pequeña parroquia. En cosa de 5 minutos debía empezar la misa pero por ahí sólo andaban dos curiosos y un perro cojo. De repente (al estilo africano, nada ocurre hasta que ocurre) hombres, mujeres y niños llegan en riadas hasta completar un mural de colores apretujadísimo en la mini iglesia. La misa nada tuvo que ver con las que nos imaginamos, solemnes y casi deprimentes, aquí cualquier excusa era buena para lanzarse a cantar y bailar sin mesura, utilizando djembes y latas de coca cola tuneadas como maracas para avivar el ritmo. La gente lo daba todo y sí, prestaban atención al cura, pero principalmente parecían querer aprovechar esos huecos de silencio para dar rienda suelta a sus ganas de marcha. Creyente o no, parece una estupenda manera de empezar el domingo.

Saturday 1 August 2015

El mercado

Me encantan los mercados africanos, llenos de vida, color y todo tipo de gente y productos. El olor del mercado de Gurué me hizo viajar en el tiempo a los de Senegal y Nigeria, como si ese olor fuese una señal de identidad de los mercados locales: pescado al sol, carne que al ojo poco curtido parece podrida, fruta de todas las formas y colores, humos de motos y coches y una combinación aromas dulces de especias que dan un toque empalagoso. El resultado es un hedor para nada agradable, pero no sé qué tiene que me encanta. Es algo igual de masoquista que comprar, me tiro una hora sudando (literalmente) para comprar la menor tontería y me intentan tangar como si no hubiese mañana (normal.. véase la foto de la bombilla de neón con patas en mitad de la calle) pero regateas, te ríes, te haces la indignada y montas el mismo teatrillo que tu vendedor hasta que sacas el chisme en cuestión a precio razonable. Y te haces su mejor colega por un instante. Así si que le veo la gracia a ir de compras.