Monday 31 August 2015

Un melancólico adios...

Esto suena ridículo y soy muy consciente de ello. Cualquiera pensaría que sentir tanta pena por volver a Madrid después de tan sólo un mes fuera es una exageración emocional. Pero no pude evitar soltar unas lágrimas viendo cómo se alejaban los paisajes mozambiqueños a medida que nuestro avión ascendía. Ni yo lo entiendo, pero sé que tiene que ver sobre todo con las personas que he encontrado en el camino y con las relaciones que he establecido durante este intenso mes. Mozambique ofrece a cualquiera un surtido de playas idílicas, montañas impresionantes, bosques interminables y aldeas encantadoras. Pero un país lo compone su gente, de eso nunca me ha cabido duda, y aquí, además de encontrarme en parajes de película, he tenido la increíble suerte de conocer a personas realmente especiales. De ellos y ellas son de los que verdaderamente me cuesta despedirme al subir al avión. Mi estómago se queda medio encogido por la idea de no volver a verles, y esa sensación se une a la gratitud por haber podido pasar tiempo con ellos, conocerles, intimar y guardarles dentro de mí para siempre a pesar de la brevedad de nuestros encuentros. Suena totalmente desproporcionado, pero me siento emocionalmente absorbida por Mozambique y todas las personas que han compuesto este viaje, -no sólo mi gran compañera Clara- sino muchísimas más - que gozan de una calidad humana exquisita... No os olvidaré nunca porque ya formáis parte de mí. Miles de gracias! :)

Tofo

Me repito, lo sé, pero no tengo más adjetivos para describir este lugar a parte de 'paradisíaco'.
De nuevo nos topamos con playas interminables, desayunos con ballenas a la vista, despertares con sonido a olas, personas estupendas en cada esquina y palmeras que inundan el paisaje con todos los tonos de verde que existen. Cierto es que mis anteriores destinos fueron mágicos, pero Tofo tenía tanto que ofrecer que casi lo convertí en un pseudo-hogar.
Tuve la suerte de nadar con delfines, bucear entre morenas, estrellas de mar, tortugas y peces de unos colores que nunca había visto, conocer a personas con una visión de la vida completamente ajena a la que traemos los occidentales y, en definitiva, hacerme parte de esa maravillosa actitud hacia la vida. Tofo, tal y como lo describe la gente que vive allí, es como una burbuja, un lugar aislado y paralelo al mundo real, donde se vive con absoluta tranquilidad, no se precisan medios de comunicación y se sintoniza con las personas y el mar de manera natural. Es un lugar de paz y cero horarios, donde uno se mueve sin ninguna prisa y la palabra 'estrés' ni se comprende. Y cierto que es turístico, pero de ese turismo tan respetuoso y medido que gusta. Conocimos a gente de todo el mundo, con diferentes perspectivas y ambiciones, pero que se encajaban en ese pequeño reducto que es Tofo con total facilidad. Yo la primera. Ese sitio engancha, y mucho.

Monday 24 August 2015

Xai-xai

Antes de llegar a Xai-Xai ya me había encandilado. No podía parar de pronunciarlo: Xai-Xai por aquí, Xai-Xai por allá... Es un nombre perfecto para un sitio tan adorable. Necesitaría un libro en blanco y las dotes de García Márquez para hacer una descripción mínimamente acertada de esta preciosidad de lugar, pero lo voy a intentar.
En su playa desierta kilométrica no hay prácticamente civilización, en dos horas de paseo sólo me topé con cangrejitos blancos que iban de agujero en agujero y macacos juguetones que danzaban por los árboles. La combinación de frondosa vegetación, blancas arenas y mar de todos los tonos de azul es majestuosa; puedes mirar durante horas a tu alrededor y no querer ni pestañear.
La primera mañana me despierto con el ruido de las olas de un mar agitado que se ve interminable desde nuestra casita en una colina. Impresionante.
Al bajar a la playa veo chorros de agua a lo lejos, y me dice el dueño del único restaurante de la playa que esta es la época en la que las ballenas preñadas se acercan más a la orilla para dar a luz. Me busca unos prismáticos y tengo otro momento de inestabilidad emocional: estoy viendo ballenas saltando de un lado a otro y asomando sus colas por un instante para dar una increíble panzada en el agua. No me lo creo, si faltaba algo para hacer de esta la playa perfecta, aquí está. Estoy a punto de pedirle trabajo limpiando sus retretes para no tener que dejar este paraíso.
La magia no puede durar siempre y tenemos que seguir nuestro camino después de dos días, pero me voy con la sonrisa puesta un largo rato, dando gracias por la suerte de haber vivido Xai-Xai.

Sunday 23 August 2015

Ritmo africano

Raro es que no haya mencionado esto hasta ahora porque es lo que pilota todo aquí. Si no te haces al famoso ritmo africano, te tiras de los pelos el primer día y te vuelves a tu casa al segundo. Yo ya había experimentado esta sensación de estrés in crescendo en otros países africanos así que ya sabía a lo que venía y, sinceramente, me hace mucha gracia. A la hora de desayunar piensas "hmmm, creo que hoy tendré ganas de comer pollo.." y lo pides, porque van a tardar un mínimo de tres horas en traértelo. Y lo genial es que siempre preguntas, qué es lo mas rápido del menú? Y te contestan súper serios: "todo!" Así que pides tu comida, vas al mercado, te tomas un café y aún con esas vas a esperar un buen rato. Pero oye, así se hace hambre.
Una vez me las ví en el apuro de tener que estar en un sitio concreto a una hora concreta, cosa que no suele pasar aquí, y no había manera de encontrar transporte. Iba en plan guiri por las chapas paradas y vacías preguntando (y sabiendo perfectamente que estaba haciendo el imbécil): "cuándo sale?", y obviamente recibiendo miradas raras y respuestas que ya conocía de antemano, tipo: "ahora, ahora!" (mentira), " en.... 15 minutos???" (lo están diciendo mientras cargan toneladas de sacos a una velocidad más que dolorosa), y el "...pues cuando se llene!" (el más típico de todos - siempre se acompaña de la cara esa que dice 'esta tía de donde ha salido?')
Pero es un ritmo genial, que marca un estilo de vida sin prisas, que sigue el curso natural de personas y cosas, que se muestra completamente realista con el entorno, que se presenta plagado de lógica y sentido común.
Cómo vas a saber cuándo llegaras a tu destino o a qué hora tendrás un plato de pollo delante? Y lo más importante: realmente.. qué mas da?

Friday 21 August 2015

Maputo

Sólo pasamos allí un día y una noche, y por decir que lo he visto, la experiencia estuvo ok. Pero las grandes ciudades nunca me terminan de encandilar. Epecialmente las africanas. Suelen ser lugares donde la desigualdad se presenta tan a la vista que te jode profundamente. Hotelazos de cinco estrellas, pisos de lujo, embajadas, edificios gubernamentales, grandes avenidas, jardines botánicos, restaurantes de cine... Eso me dio tiempo a ver en Maputo, la capital mozambiqueña.
Pero también me dio de sobra para ver a gente durmiendo en las aceras, grandes vertederos sin dueño, playas ennegrecidas por el petróleo, personas vendiendo cualquier cosa a la desesperada en los semáforos. Pero lo más hiriente fue no recibir ni un sólo "bon día" acompañado de la típica sonrisa mozambiqueña, lo que más me enamoró de este país. Así que este post es un rollo, me vais a perdonar, pero Maputo claramente no es mi sitio favorito.
Así que... vuelta a la playa!

Tuesday 18 August 2015

Altibajos del turisteo

Ya nos despedimos de Pemba. Nuestros planes no planeados nos llevan a Maputo, la capital, que se encuentra en el sur del país. Es difícil explicar la sensación que me ha inspirado Pemba. Por un lado es un lugar precioso, casi paradisíaco, con playas de arena blanca que dependen totalmente de la marea para existir, gente estupenda y atardeceres mágicos que inspiran nostalgia y violines lejanos.
Pero aún con eso, todo se mezcla con una sensación latente que me incomoda constantemente, y es el creciente turisteo de la zona y sus correspondientes males. La pobreza de muchos se mezcla con el lujo de pocos, y aunque no sea exagerado a primera vista, sí que se vuelve notable a medida que conoces a la gente y escuchas sus historias. La mayoría de las personas que viven y trabajan aquí tienen muchos problemas para subsistir, porque los precios de cualquier cosa se triplican por el mero hecho de comprar en Pemba. A las afueras de la ciudad un saco de tomates cuesta 40Mets (1€ más o menos) y dentro, unos 150 como mínimo. Nos cuentan que aquí mientras el trabajo escasea, las familias siguen creciendo, los hoteles de lujo continúan floreciendo y los precios no dejan de subir. Muchos campesinos vendieron sus tierras hace unos años a las empresas inmobiliarias extranjeras que vieron una obvia oportunidad de negocio por un buen pico pero ese dinero es caduco. A largo plazo, se quedaron sin su modo de subsistencia. Así que más pobreza, más dependencia y más sacarse las castañas del fuego como sea. Desde alquilar tu barquito de pesca para llevar a guiris a ver los corales a ofrecer tus servicios mas íntimos a una señora de bien por una noche. Buscavidas. Se ven muchas personas en la playa pescando moluscos y lenguaditos para luego echarlos al fuego y comer algo ese día, mientras tú estás tirada en la arena tomando el sol sin mas preocupación que no quemarte. Esta atmósfera tan extraña, además de incómoda, provoca que la gente sea más agresiva hacia el turista, que suele estar forrado y algo debe aportar a cambio de destrozar parajes naturales y campos de cultivo para construir chalets de lujo. Es comprensible al fin y al cabo que se presenten más situaciones de acoso al blanco como trozo de carne con pasta que en otras zonas del país. Pemba no es el paraíso porque para variar se han hecho las cosas al revés, y el resultado de esta escalada al lujo exclusiva para los de fuera no podía tener otras consecuencias. Sin embargo, Pemba me inspira una especia de ternura, ya que la situación no es ideal, pero hemos conocido a gente maravillosa, explorado lugares encantadores y vivido el relax de una manera que creo sólo puede sentirse en playas así de auténticas. En definitiva, otro recuerdo precioso que me llevo a mi siguiente destino.

Monday 17 August 2015

Llegada majestuosa - Pemba

Por fin playita!
Llegamos a Pemba con una entrada triunfal. No viajamos con mucho dinero así que decidimos hospedarnos en el recomendado por varias amigas 'Russels Backpacker's Place', que cuesta unos 5€ la noche. Esperando lo más básico -porque en realidad que haya agua corriente ya me parece un lujo del que puedo prescindir- encontramos un lugar de película. Pensé que el taxista se había equivocado, no quería bajarme a pesar de su insistencia en que "esto es Russels!"
La entrada, de ensueño, llena de palmeras y decorada con estatuas de ébano, te conduce a un preciosísimo bar-restaurante con chill out longe incluido. Subimos boquiabiertas a nuestra habitación ('subimos' porque es -atención- una casita en un árbol!) y nos encontramos un tejado abierto por el que se ven las copas de los árboles y el cielo estrellado a lo africano. Ya estaba a punto de llorar de la emoción cuando nos topamos con la piscina! Piscina! Nuestra primera noche dejamos de ser niñas-rata para convertirnos en princesas, pedimos una botella de vino y de cabeza al agua con una copita. Cada cinco minutos pido a Clara un pellizco para asegurarme de que estoy donde estoy.
Por si fuera poco, me dicen que para desayunar hay macedonias de frutas locales y... café ilimitado! Como esto siga así le pido al señor russel que me adopte.