Thursday 13 August 2015

Despedida das meninas

Después de comer voy a la habitación dispuesta a siestear un poco y recuperarme de una vez de los excesos del fin de semana (no sé cómo hago para encontrar la fiesta -o ella a mí- en cualquier rincón del mundo, es una cruz), cuando llaman a la puerta. Una de las chicas de la casa nos pide a
Clara y a mí salir un momentito al patio. Al asomarme veo a las casi cien meninas sentadas en círculo, obviamente tramando algo que me va a poner los pelillos de punta. Cuando nos ven llegar estalla la música, todas se ponen a cantar y dar palmas y montan una fiesta de la nada, a lo mozambiqueño. Es su canción de despedida. Mañana la mayoría regresan a sus casas por vacaciones y quieren agradecernos nuestra visita de la mejor manera que saben, con música. Al terminar, una de las chicas nos presenta su regalo, unas capulanas que han hecho especialmente para nosotras. (Aún no he mencionado las capulanas, telas típicas de aquí que se convierten en pareos monísimos con un simple nudito al lado o si te lo quieres currar más, pueden ser cosidos para crear los trajes más coloridos y cómodos que conozco).
Este se convierte un momento tan especial que no sé qué hacer a parte de convertirme en un loro agradecido para no soltar una lágrima: obrigada, obrigada, obrigada... Y me siento hasta culpable, la que más agradece toda esta experiencia soy yo, que no he hecho ni la mitad de lo que podía y quería haber hecho y aquí estoy, recibiendo una fiesta por mi mera presencia. Así nuestra pronta partida se hará más difícil, pero el sabor de boca que me llevo no podría ser más dulce.

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