Monday 31 August 2015

Un melancólico adios...

Esto suena ridículo y soy muy consciente de ello. Cualquiera pensaría que sentir tanta pena por volver a Madrid después de tan sólo un mes fuera es una exageración emocional. Pero no pude evitar soltar unas lágrimas viendo cómo se alejaban los paisajes mozambiqueños a medida que nuestro avión ascendía. Ni yo lo entiendo, pero sé que tiene que ver sobre todo con las personas que he encontrado en el camino y con las relaciones que he establecido durante este intenso mes. Mozambique ofrece a cualquiera un surtido de playas idílicas, montañas impresionantes, bosques interminables y aldeas encantadoras. Pero un país lo compone su gente, de eso nunca me ha cabido duda, y aquí, además de encontrarme en parajes de película, he tenido la increíble suerte de conocer a personas realmente especiales. De ellos y ellas son de los que verdaderamente me cuesta despedirme al subir al avión. Mi estómago se queda medio encogido por la idea de no volver a verles, y esa sensación se une a la gratitud por haber podido pasar tiempo con ellos, conocerles, intimar y guardarles dentro de mí para siempre a pesar de la brevedad de nuestros encuentros. Suena totalmente desproporcionado, pero me siento emocionalmente absorbida por Mozambique y todas las personas que han compuesto este viaje, -no sólo mi gran compañera Clara- sino muchísimas más - que gozan de una calidad humana exquisita... No os olvidaré nunca porque ya formáis parte de mí. Miles de gracias! :)

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